Bienvenidos

Lima, Febrero 28 de 2013.

Hola amigos:

Hace unas pocas semanas decidí desempolvar una caja bien sellada, que sólo tenía por título CECRAF. Cual cajita de pandora, tras toparme con unos libros de actas, padrones, anillados y talonarios, por mencionar sólo algunas cosas, comenzaron a venir a mi mente muchos recuerdos de tiempos que jamás volverán.

Las cosas estaban tan ordenadas y en tan buen estado de conservación que no me resultó difícil comenzar a escribir artículo por artículo, apelando, claro está, a lo que mi memoria, ahora cincuentona, me pudo permitir.

Han sido cuatro semanas completas recordando hechos, investigando otros, digitalizando viejas fotos e impresos, que ahora puedo compartir con quienes vivieron esa época conmigo, y con los que, aunque sea por mera casualidad, se vengan a enterar que alguna vez existimos.

El CECRAF no existe más; no es que querramos reactivarlo ni nada que se le parezca; simplemente deseaba que en estos tiempos de internet pudiera quedar una pequeña evidencia de lo que alguna vez fue el esfuerzo conjunto de un grupo de jóvenes estudiantes de medicina por forjar institucionalidad.

Si algunas sonrisas puedo arrancar de ustedes me sentiré muy complacido, y esta pequeña misión estará cumplida.

No puedo concluir estas líneas sin repetir la arenga que culminaba cada una de mis memorias anuales, que ahora cobra nueva vigencia al perdurar tanto en nuestro recuerdo como en el maravilloso mundo virtual:

  Larga vida al CECRAF...    


          
Carolina Guevara y Ricardo Santos durante el Congreso Peruano de Cardiología 2013

Nuestro Legado

Más allá del beneficio académico que representó para todos nosotros formar parte del CECRAF, o de las buenas relaciones que pudimos cultivar al seno del mismo o con las instituciones que nos cupo vincularnos, va siendo hora de analizar qué fue lo que nosotros dejamos como obras palmarias.

Algunas pasan por aspectos estrictamente personales, como la experiencia ganada en el manejo de eventos académicos o del propio colectivo. Y si nos referimos a quienes participaron de nuestros cursos y congresos, es también obvio que pusimos un granito de arena en la formación de varios cientos de estudiantes y jóvenes profesionales.

Servir de cantera para la formación de especialistas, como los mencionados en un artículo anterior, es otro logro del cual nos enorgullecemos. Pero como buenos fernandinos, creemos que nuestra mayor trascendencia está referida al ámbito de nuestra Facultad.

La primera contribución al respecto es haberla prestigiado. En tiempos en los que sólo existían tres escuelas de medicina en Lima, dos de ellas nacionales y una privada, la primera impresión de muchos de los que nos conocieron era que pertenecíamos a esta última.

Rompimos con el estigma del sanmarquino revoltoso, mal trajeado y no muy aplicado, en plena época del terrorismo. Tildados a veces de pitucos, lo cierto es que los cecrafos proveníamos de todos los sectores sociales, y que sólo importaba para ser uno la excelencia personal.

La segunda, sin duda la más importante, fue lograr que las asociaciones de estudiantes fueran reconocidas por nuestra alma máter. Eran tiempos en que los únicos que disfrutaban de tal beneficio eran los centros federados.

En efecto, en carta fechada el 10 de Octubre de 1988, nuestro presidente le solicitó al entonces decano de la Facultad, don Francisco Sánchez-Moreno Ramos, la apertura de un registro de asociaciones estudiantiles.

En nuestros considerandos, adujimos la necesidad de incorporar al seno de San Fernando a las instituciones civiles que desarrollaban labores dentro del marco estrictamente académico, constituidas de facto por muchos de los entonces estudiantes de medicina.

Para poner las cosas en contexto, muchas de estas asociaciones suplían a las propias escuelas, organizando cursos, cursillos y simposios en los que se abordaban temáticas no contempladas en las respectivas currículas, las que iban desde aplicar un simple inyectable hasta la ejecución de maniobras de reanimación cardiopulmonar.

Tras completarse los trámites internos, el Consejo de Facultad aprobó el 7 de Noviembre de 1988 la creación del Registro de Asociaciones Estudiantiles Médicas, estableciendo asimismo los requisitos exigibles a las instituciones que desearan formar parte del mismo.

El CECRAF inauguró dicho registro el 16 de Noviembre de 1988. En adelante las actividades académicas organizadas por las sociedades que se hallaran registradas contarían con el valor curricular del que hasta entonces carecían.

No sólo eso, sino que redundaría también en la calidad de los eventos, ya que los expositores podían incluir este tipo de colaboraciones en sus respectivas hojas de vida, representándoles puntaje adicional para cualquier concurso.

Asimismo, se abría paso a la participación de entidades tanto públicas como privadas, bien sea a través de subvenciones dinerarias, como las otorgadas por el CONCYTEC, o contribuciones logísticas, generalmente a cargo de las empresas farmacéuticas, que requerían algún aval para ser concedidas.

Transcurrido un cuarto de siglo de todos estos hechos, creemos firmemente que se trata de hitos importantes de la historia fernandina, que encuentran el tiempo y espacio propicios para ser recordados y difundidos.


Francisco Sánchez-Moreno, decano, José Neyra Ramírez, secretario académico, y Ricardo Santos, presidente del círculo, gestores del Registro de Asociaciones Estudiantiles de San Fernando en 1988, en una fotografía captada al año siguiente en la ceremonia de graduación del último de los nombrados.

Nuestra Cantera

Dada la naturaleza del círculo, era de suponer que muchos de nosotros nos inclinaríamos por la cardiología clínica o la cirugía cardiovascular. Pero no fue así, pues tan sólo una tercera parte de los miembros siguió este camino.

Empero, casi todos completaron entrenamientos de post-graduación, siendo hoy profesionales destacados en diversas áreas del quehacer médico, lo que nos llena de satisfacción.

A continuación un listado de especialistas cardiovasculares que surgieron de las canteras del CECRAF.

Cardiólogos Clínicos
  • 01. José Ricardo Santos Salazar
  • 02. Hugo Martín Esquivel García
  • 09. César Enrique Coello Pohl (USA)
  • 12. Carolina Luisa Guevara Caicedo
  • 21. Ricardo Antonio Castillo Campos
  • 23. José Antonio Agüero Ramírez
  • 24. Ricardo Coloma Araniya

Cirujanos Cardiovasculares
  • 26. Juan Fernando Bautista Sánchez


Carolina Guevara fue la primera ex-miembro del CECRAF que integró una Junta Directiva de la SPC

Nuestros Congresos

La excelente organización del curso de ciencias básicas en cardiología, que llevamos a cabo a comienzos de marzo de 1987, fue muy valorada por varios de los distinguidos cardiólogos que fungieron de expositores.

Uno de ellos fue don Eduardo Zuleta Arcila, presidente saliente de la Sociedad Peruana de Cardiología, quien se aprestaba a inaugurar el congreso peruano de cardiología pocas semanas después.

Eran tiempos en que muchos estudiantes de medicina brindábamos apoyo a las sociedades de nuestra predilección, tanto en labores organizativas como administrativas. Sin embargo, este tipo de experiencia no se había replicado jamás en un congreso de la SPC.

Con sumo placer recibimos la invitación formal de la sociedad para formar un cuerpo de oficiales de sala durante el XI Congreso, en abril de 1987. Como es costumbre desde hace casi tres décadas, la sede del mismo fue el Hotel Sheraton, ubicado al frente del Paseo de los Héroes Navales.


Si bien convocamos a participar a todos los miembros, una gran mayoría se abstuvo por coincidir con las clases en la facultad. Empero, los que asistieron hicieron todo lo posible por dejar en alto el nombre del CECRAF, cumpliendo a veces funciones simultáneas.

Nuestras labores eran las propias de lo que hoy se conoce como anfitrionaje, incluyendo entrega de credenciales y diplomas, orientación de los asistentes, control de salas, proyección de diapositivas, sonidistas, guías turísticos, etc.


Las cosas serían distintas en 1989, cuando fuimos nuevamente encargados de colaborar en el XII Congreso de la sociedad, bajo la presidencia del doctor Juan Dyer Otero.

Habiendo la mayoría concluido su internado en marzo de ese año, y estando sólo a la espera de que la facultad nos expidiera los grados y títulos, se pudo reclutar un contingente muy significativo de colaboradores.


A pedido de la SPC, un grupo de antiguos miembros del círculo asumió la responsabilidad de colaborar en el XIII Congreso Peruano de Cardiología en 1991. Felizmente, la experiencia ganada en los dos congresos anteriores nos permitió cumplir la tarea con la suficiencia necesaria, pese a tratarse de una delegación relativamente reducida por hallarnos institucionalmente inactivos.

Al concluir estos tres eventos, el CECRAF fue felicitado en sendos discursos de clausura por su impecable participación colectiva. Poco después de cada uno recibiríamos cartas de los presidentes de la SPC ratificando este mismo sentir, las que conservamos con mucho cariño y son justo motivo de orgullo.

La Sociedad Peruana de Cardiología (SPC) organiza el congreso peruano de la especialidad bienalmente, siempre en los años impares, constituyendo la última y más trascendental responsabilidad de su junta directiva saliente.


Pinturas empleadas en los afiches de los congresos de la SPC de 1985 a 1991

Nuestros Cursos

Durante nuestro corto pero fructífero período de actividad, nos cupo la suerte de organizar dos excelentes cursos de proyección estudiantil y profesional.

El primero de ellos se desarrolló durante el verano de 1987, contando con el decidido e incondicional apoyo de Lucho Razzeto, entonces director médico de Schering alemana.

Su laboratorio nos proveyó de local, afiches, trípticos y diplomas, cosa que se repetiría tres años después en nuestro segundo curso. En ambas ocasiones Lucho ocupó la coordinación general.

Para nuestra segunda actividad, disponíamos de la inscripción en el Registro de Asociaciones de San Fernando, lo que nos permitió el auspicio oficial de la facultad, concediéndole valor curricular al evento. Asimismo, ya inscritos ante el Instituto Nacional de Cultura, pudimos obtener una pequeña subvención del CONCYTEC.

A continuación, una breve sinopsis de ambas actividades académicas.

Ciencias Básicas en Cardiología

Fechas: 3-4-5-6 de Marzo de 1987
Horario: 18:00-21:00
Auditorio: Schering Farmacéutica Peruana
Av. Bolívar Nº 1848, Pueblo Libre         
Coordinador General: Dr. Luis Razzeto Ríos
Conferencias: 12
Cuota de Inscripción:
Estudiantes e Internos I/. 150.oo         
Profesionales I/. 200.oo         
Asistentes: 130 Inscritos
Auspicios Académicos:
Sociedad Peruana de Cardiología         
Servicio de Cardiología de la UNMSM         
Colaboración Logística:
Laboratorio Schering Farmacéutica Peruana         


Fisiopatología Cardiovascular

Fechas: 5-6-7-8-9 de Febrero de 1990
Horario: 18:00-21:30
Auditorio: AMPDAC
Jr. Ucayali Nº 218, Centro Histórico         
Coordinador General: Dr. Luis Razzeto Ríos
Conferencias: 15
Cuota de Inscripción:
Estudiantes e Internos I/. 75,000.oo         
Profesionales I/. 100,000.oo         
Asistentes: 108 Inscritos
Valor Curricular: 1 Crédito Académico
Auspicios Académicos:
Sociedad Peruana de Cardiología         
Facultad de Medicina de la UNMSM         
CONCYTEC         
Colaboración Logística:
Asociación Médica Peruana Daniel Alcides Carrión (AMPDAC)         
Laboratorio Schering Farmacéutica Peruana         


Luis Carlos Razzeto Ríos es un destacado cardiólogo del Hospital Rebagliati y de la Clínica San Felipe. Ha sido director médico de prestigiosas empresas farmacéuticas, catedrático e investigador, presidente de la Sociedad Peruana de Climaterio y del Jockey Club del Perú. Es miembro honorario del CECRAF.


Antigua habitación de Ricky donde se conservan enmarcados los posters de ambos cursos

Nuestros Almuerzos

El advenimiento de las fiestas de fin de año siempre ha sido un buen pretexto para reunirse, y en el CECRAF la cosa no tenía por qué ser distinta.

Los dos primeros años pudimos organizar almuerzos de confraternidad. No entrábamos aún al internado, por lo que podíamos disfrutar plenamente del receso de la facultad en la última quincena de diciembre.

1º Almuerzo de Confraternidad

La idea de realizar este tipo de reuniones fue de Napoleón Paredes, nuestro primer Secretario de Organización y Relaciones Públicas. Napo era socio del Club de la Unión, por lo que gestionó el mejor ambiente posible y en tiempo record: una semana. Asistieron como invitados Alejandro, Anita, Danilo, Inés, Lucy y Sabri.

Diciembre 26, 1986.
Club de la Unión
Salón de los Espejos (Balcón 4º Piso)
Plaza de Armas de Lima
Cuota: I/. 100.oo
Asistentes: 20 personas
Subvención: Aplicada a la cuota general


2º Almuerzo de Confraternidad

El segundo almuerzo se realizó en un conocido chifa de San Borja. Para la ocasión fueron invitados los doctores Gustavo Delgado, Pedro Domínguez y Waldo Fernández, y se hizo entrega de un presente recordatorio a Ricardo Santos, que estaba por concluir su primer mandato.

Diciembre 18, 1987.
Chifa Kong Ming
Av. Aviación Nº 2576
San Borja
Cuota: I/. 300.oo
Asistentes: 23 personas
Subvención: Aplicada a los invitados


Noé Napoleón Paredes Pérez es un destacado ginecólogo-obstetra, profesor de varias universidades, conferencista internacional y consultor de diversos medios de comunicación.


El Dr. Napoleón Paredes ante las cámaras de RPP Televisión

Nuestro Laboratorio

En los ochentas el apoyo audiovisual para cualquier conferencia consistía en una seguidilla de diapositivas. Los ordenadores eran aún muy incipientes, y cumplian funciones elementales, como procesar textos. Power Point era, simplemente, inimaginable.

Para fabricar slides se recurría a una cámara fotográfica de 35 mm, provista de un rollo de película especial, ya sea Ektachrome de Kodak o Fujichrome de Fuji. Se colocaba una luna mate o antireflejos encima de las imágenes, se encendía una buena lámpara y se hacían las tomas a pulso.


Si tenías plata, podías reemplazar la lámpara por un reflector, o montar la cámara en un sopote fijo para que te salieran bien derechitas. Luego llevabas tu rollo a la central de Kodak en la cuadra 4 de Nicolás Arriola, donde te las procesaban en tres a cinco días útiles.

Ahora imagínense tener que hacer todo esto cada dos semanas, en medio de clases, asignaciones y exámenes, sin contar el tiempo y la inversión que nos demandaba preparar cada conferencia.

Es por eso que decidimos montar un laboratorio fotográfico artesanal, con el que redujimos nuestros costos y plazos de producción. Lo instalamos en la casa de Ricardo Santos, que acondicionó un pequeño cuarto oscuro.


Las tomas se hacían en la casa de Lucho Yushimito, que contaba con una excelente cámara fotográfica, en tanto el círculo ponía los rollos y el revelado gratuitamente. La cosa funcionaba porque Lucho y Ricardo vivían a sólo seis cuadras el uno del otro.

Como Lucho llegaba siempre tarde de trabajar, a veces completábamos todo este proceso la noche anterior o en la madrugada previa a la sesión.

Con el tiempo Luchito y Gustavo se convirtirían en los fotógrafos oficiosos del círculo, ya que registraban las mejoras tomas de nuestros eventos.

Luis Benito Yushimito Rubiños fue Vice-Presidente del CECRAF, magister en educación, profesor de biofísica y fisiología de varias universidades peruanas y autor de obras para editoras internacionales como Manual Moderno.


Luis Yushimito jurando la Vice-Presidencia el 13 de marzo de 1987

Nuestro Proyector

El Salón del Médico estaba siempre provisto de un enorme retroproyector, aunque ofrecía un proyector de slides previa coordinación. Lamentablemente, a veces fallaba, o se nos pasaba solicitarlo con la debida antelación.

Para evitar este tipo de impases la junta directiva decidió adquirir un proyector de diapositivas. De inmediato hicimos la consulta en varias tiendas del rubro fotográfico, pero los precios estaban fuera de nuestro alcance.

Para nuestra suerte, Yohny Montoya viajó a Francia a visitar a su pareja, y le encargamos la misión de conseguirnos uno por esos lares. Sabíamos que la rubia Shantall vivía en Estrasburgo, muy cerca de la frontera franco-germana, de modo que no sería difícil hacerse de uno fabricado en Alemania.

Pocas semanas después regresó nuestro amigo con un excelente proyector marca Rollei, modelo P300, provisto de un carrete rectangular para 40 slides y control remoto de pase y enfoque. Entre otras gracias, tenía enfriamiento automático y regulador de voltaje variable. Toda una joyita para la época.


En menos de un año de funcionamiento ya contábamos con un equipo del que carecían muchas sociedades profesionales, y que nos serviría tanto para las sesiones quincenales como para los cursos que luego organizáramos.

Edgar Yohny Montoya Ramírez se especializó en Ginecología y Obstetricia en Francia, subespecializándose en Fertilidad y Reproducción Humanas. Radica en esa nación europea hace muchos años.


Yohny Montoya y Ricardo Santos titulándose de médicos el 13 de junio de 1989

Nuestros Impresos

Habiendo recibido los primeros aportes de los miembros fundadores, como cuotas de inscripción y algunas mensualidades adelantadas, encargamos la impresión de papeles y sobres membretados, recibos y diplomas. Para todas estas tareas contamos con la diligente labor de Gustavo Franco.

Papeles y Sobres

Se mandó a imprimir hojas de tamaño A4 y sobres del mismo porte en papel bond alisado de 80 gramos con sello de agua. Compartían un membrete con el logotipo a la izquierda y el acrónimo a la derecha.


Recibos

Se imprimió un millar de recibos numerados, distribuidos en 20 talonarios de 50 ejemplares cada uno. El original en papel bond amarillo de 60 gramos, con copia en papel cebolla de color verde agua.


Diplomas

Se diseñó un diploma general multi-propósito, que permitiera acreditar varias condiciones, como la de miembro activo, honorario o de la junta directiva. Se confeccionaron en opalina fina de tamaño A4.


El encargado de llenarlos era el señor Emilio Riega, calígrafo profesional, que brindaba sus servicios en la facultad de medicina de la UPCH. Su excelente trabajo le serviría años después para ser contratado por varios miembros del círculo a efectos de caligrafiar sus títulos profesionales en San Fernando.

Otros Impresos

Aquí tendríamos que incluir los que nos confeccionó Schering Farmacéutica Peruana para los cursos que organizáramos en 1987 y 1990, entre los cuales se encuentran afiches, trifolios y diplomas.

Sin embargo, nosotros nos encargamos de imprimir unas credenciales para tales eventos, las que se diferenciaban por el color de la silueta central y de las tres líneas horizontales, bajo las cuales se tipeaban los nombres:
  • amarillo para los asistentes,
  • verde para los profesores, y
  • rojo para los miembros del círculo.


Asimismo, nuestras tarjetas navideñas, en boga por esos tiempos, las cuales entregábamos a nuestros profesores y principales colaboradores.


Merece especial mención la edición de la Biografía del Dr. Rafael Alzamora Freundt, fruto de una profunda investigación histórica de nuestro presidente, que vio la luz en 1989. Un ejemplar de la misma en formato A5 fue entregada a cada uno de los asistentes al XII Congreso Peruano de Cardiología de ese mismo año.


Una vez concluido el congreso recibimos una carta de felicitación de la SPC dirigida a nuestro presidente, elogiando su investigación y agradeciéndonos por la difusión de la figura del que fuera presidente fundador del ente rector de la cardiología nacional, epónimo de nuestra institución.


El célebre cardiólogo Valentín Fuster echa un vistazo a la biografía, que le obsequiara personalmente Ricardo Santos el 1º de mayo de 1989, durante el XII Congreso Peruano de Cardiología

Nuestras Cotizaciones

En 1986 la situación económica del pais era de relativa bonanza. Todavía no habíamos caido en la crisis hiperinflacionaria, pero ya contábamos con una nueva moneda, el Inti, que equivalía a mil soles.

Los fundadores sabíamos que nada se podía hacer sin dinero, y que nuestros planes eran tan ambiciosos como costosos. Uno de los primeros acuerdos que adoptamos fue el de abonar una cuota de inscripción de I/. 100.oo y cuotas mensuales de I/.25.oo a partir del segundo mes.

El encargado de la recaudación era Aaron Gurfinchel, nuestro Tesorero. Ari era un tipo serio, honesto, y además, judío. Con los primeros ingresos pudo habilitarle a Gustavo una platita con la que encargamos el primer trabajo de impresión del círculo: los papeles membretados y... los recibos.


Cada sesión Aaron se sentaba en una de las esquinas de la mesa, sacaba su talonario y se ponía a cobrar. No se le escapaba nadie, porque siempre llegaba temprano. Luego de cancelar lo que correspondiese recibíamos de sus manos un recibo de color amarillo, como el de la figura anterior.

Siempre tuvimos plata para todo, y eso se lo debemos en gran medida a este judío bien acriollado, que cumplió su función de tesorero con absoluto esmero y pulcritud, incluso en tiempos llenos de paquetazos.

Aaron Gurfinchel Pecker terminó su residencia en Ortopedia y Traumatología en Lima, pero años después decidió irse a los Estados Unidos. Allí completó su entrenamiento en Medicina Interna y Nefrología. Reside en Julliet, Illinois.


Aaron Gurfinchel, al fondo, en plena labor de cobranza, el 5 de setiembre de 1987

Nuestras Sesiones

Nuestras actividades de los segundos y cuartos viernes de cada mes fueron siempre el eje principal del CECRAF, y las llevábamos a cabo en el Salón del Médico de Farmitalia, en el edificio El Dorado de la avenida Arequipa.

Estas comenzaban a las 7:00 pm, y duraban 2 a 3 horas. Solían programarse una o dos presentaciones por sesión, las que podían corresponder a:
  • exposición de trabajos de incorporación
  • cursillos internos
  • conferencias a cargo de profesores invitados
  • discusión de casos clínicos y/o
  • proyección de películas


La coordinación de estas actividades estaba a cargo del Secretario General del círculo, José Claudio Salamanca. Nuestro querido amigo era siempre el primero en llegar y el último en salir, porque él recibía y devolvía la llave del auditorio, previa verificación que todo estuviese tal como lo encontramos.


Depositario del proyector de diapositivas, José Claudio se encargaba de todo lo que fuera pasar desde slides hasta películas. No sólo eso, a veces se daba el trote de ir a recoger a los profesores invitados para llevarlos a nuestro local a dar sus conferencias.

Sin duda, alguien a quien le debemos el hecho de habernos podido mantener unidos en torno a una actividad que ocupó muy buena parte de nuestra época de estudiantes de medicina.

José Claudio Salamanca Giuratto ocupó la Secretaría General del CECRAF desde su fundación hasta el cierre de sus actividades. Junto al presidente se encargó de representarnos oficialmente durante cuatro años.


José Claudio Salamanca durante una reciente reunión en casa de Napoleón Paredes

Nuestro Correo

Conseguido el pequeño auditorio donde sesionaríamos, estaba claro que sólo lo teníamos prestadito. Debíamos contar con alguna dirección postal estable que pudiera consignarse en los papeles membretados.

En esos tiempos todas las oficinas de correo principales contaban con unas casillas que a modo de buzones permitían recibir correspondencia. Estaban numeradas y tenían una llave que se entregaba al usuario que contrataba el servicio. Se llamaban apartado postales, y eran la versión prehistórica de los actuales correos electrónicos, en tanto direcciones virtuales.

La junta directiva decidió rentar una de tales casillas, encargándole esta tarea a Javier Flores. La Vaca, como cariñosamente lo apodádamos, vivía en San Isidro, así que se dirigió a la oficina postal de dicho distrito, situada en la calle Libertadores.

El 14 de mayo de 1986 Javier sacó a su nombre el Apartado Postal 27-0029, consignando su dirección domiciliaria. Canceló los derechos por todo un año, y recabó la llave del mismo. 


Esta dirección postal aparecería luego al pie de los papeles membretados del círculo. La llave pasaría luego a poder de Gustavo Franco, nuestro secretario de biblioteca y publicaciones, hasta el cese de nuestras actividades.

Javier Ernesto Flores Buisson es uno de los siete fundadores del CECRAF. Luego de completar el SERUMS se radicó an la paradisíaca Máncora, donde instaló una clínica privada que hoy goza de excelente reputación.


Javier Flores al lado de su bella esposa Melva durante un viaje a Europa

Nuestro Local

A poco de fundado el CECRAF todos andábamos buscando algún sitio donde poder realizar nuestras sesiones.

Habría que recordar que las primeras reuniones, incluida aquella en la que decidimos fundarlo, se efectuaron en los salones del módulo de psiquiatría del Hospital Rebagliati, frente a las funerarias, y no donde consigna el acta de fundación, por obvios motivos.

Para nuestra suerte y como buen bachiche, Pedrito Gianino tenía contactos en Farmitalia, antes Laboratorio Carlo Erba, contándonos que en su sede de Lince disponían de un pequeño auditorio.


Le encargamos a Pedro coordinar una visita, y pocos días después ya nos estábamos  presentando ante el Gerente de Relaciones Médicas de dicha empresa farmacéutica, don Luis Salazar, que nos atendió muy amablemente.


Farmitalia ocupaba los pisos 9 y 10 del Edificio El Dorado, en la cuadra 24 de la Avenida Arequipa. Toda la plana gerencial tenía sus despachos en la planta superior, mientras que el llamado Salón del Médico estaba en el noveno piso.


Tras explicarle nuestros requerimientos, un auditorio para unas 20 personas del que pudiéramos disponer regularmente, nos condujo al referido salón.

Nunca olvidaré la cara de agradable sorpresa de todos nosotros al ingresar al local. Un área de 50 metros cuadrados completamente alfombrada y con aire acondicionado, con una mesa en forma de "U" que bordeaba todo el recinto, y en cuyo centro se ubicaba un retroproyector.

Al frente, una pizarra acrílica muy novedosa en aquellos tiempos, que servía también de pantalla para todo tipo de proyecciones. Detrás de unas cortinas laterales muy oscuras, una espectacular vista de todo Lima desde lo alto de la avenida Arequipa.

Inmediatamente presentamos la solicitud para disponer del ambiente todos los segundos y cuartos viernes de cada mes, la que se aceptó prontamente por los directivos del laboratorio.

En ese local, el día 30 de mayo de 1986, en sesión solemne a la que todos asistimos elegantemente ataviados, y en presencia de distinguidos invitados, amigos y maestros, prestó juramento el primer directorio del círculo.


Así comenzó una estrecha relación entre el CECRAF y Farmitalia, la que se mantuvo durante los siguientes 4 años, hasta el cese de nuestras actividades en 1990. Sólo dos años después, Farmitalia abandonaría dicho local en forma definitiva.

Pedro Alejandro Gianino Torres es otro miembro fundador del CECRAF, ocupando la Secretaría de Actas y Archivo en la primera directiva del círculo. El actualmente comparte sus labores como cirujano general y empresario pesquero.


Pedro Giannino en plena intervención quirúrgica en una foto de hace algunos años

Nuestros Símbolos

Una de las primeras cosas a las que nos avocamos tras constituir el Círculo fue contar con un logotipo que nos identificara plenamente. Encargamos esta misión a nuestro Secretario de Biblioteca y Publicaciones en la primera junta directiva, Gustavo Franco.

Lo primero que hizo Gustavo fue trabajar con nuestras siglas, que felizmente permitían un acrónimo de fácil pronunciación y recordación. Hay que detener esta reflexión para decir que en esos tiempos no existían las computadoras personales, por lo que todo se tenía que hacer, literalmente, a mano.

Había una tienda en el jirón Cuzco, la Casa del Ingeniero, donde se vendían unas letras autoadhesivas de la marca Letraset que servían para estos fines. Lamentablemente eran muy caras, así que Gustavito se agenció el catálogo de su competidora, la mexicana Mecanorma, sacándole copia a los modelos que le parecieron más aparentes.

Entre esos modelos escogió la letra Stack, que era una réplica exacta de la fuente Reverb de Letraset. Tras una serie de fotocopias y recortes, armó la versión final del acrónimo del círculo:


Quedaba aún pendiente diseñar el logotipo, el que debía hacer clara alusión al interés del grupo por la cardiología. Gustavo nos mostró algunos bocetos que nos dejaron muy animados, y pasados unos días nos presentó este logo:


Tomando de base una silueta cardíaca extraida de una estampilla, le agregó un trazado electrocardiográfico que lo cruzaba horizontalmente. Este trazo se perdía en una trama que contorneaba a distancia la silueta central. El efecto era generar una imagen tritonal que sólo requería impresión a dos colores.


Las estampillas 2, 3 y 4 sirvieron de base para la silueta, la trama y el trazado electrocardiográfico, respectivamente, y fueron extraidas de la colección filatélica de nuestro presidente, Ricardo Santos.

Todos quedamos plenamente satisfechos con la labor de Gustavo, y ambos símbolos servirían luego para la impresión de diversos membretados, entre papeles, sobres, tarjetas, recibos, trífolios, afiches y diplomas.

Motivados por el lanzamiento de este blog, hemos querido rescatar el espíritu original de quien los creo, fusionándolos en un solo logotipo que desde ya nos habrá de identificar en el ciberespacio como favicon:


Gustavo Néstor Franco Paredes es un especialista de nota en Salud Pública y profesor de esta materia en las universidades de San Marcos y Cayetano Heredia. Se desempeña como asesor del despacho ministerial del MINSA.


El Dr. Gustavo Franco (al centro) presidiendo una mesa de trabajo en el MINSA

Nuestros Inicios

En 1985, Ricardo Santos era un joven estudiante de medicina de la UNMSM que anhelaba convertirse en cardiólogo al concluir su formación de pre-grado. Había descubierto tempranamente su vocación durante el curso de fisiología cardiovascular que cursara dos años antes, tras el cual comenzó a elaborar por propia cuenta una revisión completa de la materia.

En octubre de ese año había ganado por concurso una ayudantía de cátedra en fisiología, poniéndose a órdenes del doctor Agustín Iza Stoll, catedrático al que asistiría por varios años en el dictado de fisiología cardiovascular para las distintas escuelas académico profesionales de la facultad de San Fernando.


Paralelamente, había completado con altísimas calificaciones los capítulos de semiología, fisiopatología y clínica cardio-angiológica, impartidos por el doctor Gustavo Delgado Matallana en el Hospital Nacional Arzobispo Loayza.

Concluidos estos cursos se incorporaría al servicio académico asistencial de cardiología de la UNMSM, colaborando con el doctor Delgado Matallana, quien había sido designado jefe del mismo, y que en adelante sería su mentor.

Desde entonces comienza a asistir a cuanta actividad académica organizaba la Sociedad Peruana de Cardiología, matriculándose en su primer congreso de la especialidad ese mismo año.


En 1986 se presenta una de tantas huelgas en San Fernando, lo que le da el tiempo para viajar a un curso de la sociedad en Paracas. Lo hace junto a su gran amigo, condiscípulo y vecino de barrio Napoleón Paredes.


Es ahi donde Ricardo tiene la idea de constituir el CECRAF, compartiéndola entusiastamente con Napo, que junto a Gustavo Franco, Claudio Salamanca y el propio Ricardo, se convertiría en uno de los cuatro pilares de la institución.

Ricardo Santos se encargaría luego de redactar los estatutos y reglamentos del círculo, presidiéndolo por cuatro años consecutivos.

El resto de la historia lo iremos contando paulatinamente en este blog.

José Ricardo Santos Salazar fue presidente del CECRAF entre 1986 y 1990. Es médico cardiólogo titulado por la Universidad Peruana Cayetano Heredia, y fue el primer residente de dicha casa de estudios en el Hospital Rebagliati.


Ricardo Santos incorporándose a la Sociedad Peruana de Cardiología en 1997